María Alfonsa Aragón Pallares, Marisa Aragón, como siempre se le ha conocido, nació en Lorca, Murcia, el 29 de noviembre de 1943.

Inició sus estudios en el Colegio San Francisco de Asís en Lorca, al que continuó ligada siempre, integrando de forma activa, la Asociación de Antiguas Alumnas de este Colegio desde su fundación.  

Posteriormente, cursó el Bachillerato en el Instituto de Educación Secundaria José Ibáñez Martín, del que siempre tuvo un gran recuerdo, no solo de sus compañeros, sino de grandes profesoras del centro con las que forjó una amistad duradera, como Ángeles Pascual y Luisa García Mulero, entre otras.  

Marisa se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza en 1966, consiguió el título de Gestor Administrativo en 1969 y el de profesora de Educación Cívico-Social y Política, desde julio de 1972.  

Realizó intervenciones en diversos cursos de formación universitaria en los albergues de Pueyo de Jaca (Huesca), y de Vera de Bidasoa (Navarra), Zaragoza, Valencia y Madrid, entre otros.  

Se trataba de una época en la que las mujeres tenían más dificultad en ocupar puestos de relevancia y, sin embargo, pronto empezó a destacar en un mundo donde tuvo que luchar por ese claro desequilibrio, siendo una de las precursoras.  

Marisa Aragón (2ª izq.) durante su toma de posesión como juez. FOTO ARCHIVO FAMILIA

  Marisa, fue la primera mujer en ejercer el cargo de juez en España. Lo hizo en el año 1969, en calidad de juez sustituta del extinguido Juzgado Municipal de la ciudad de Lorca. 

Marisa Aragón (3ª izq.) durante el acto de toma de posesión como juez municipal en el año 1969. Actúa como padrino el Magistrado del Tribunal Supremo D. Gines Parra Jiménez. FOTO ARCHIVO FAMILIA

En noviembre de 1972, la Sala de Gobierno de la Audiencia Territorial de Albacete y a propuesta en terna (conjunto de tres personas propuestas para que se designe de entre ellas la que haya de desempeñar un cargo o empleo), la designa como juez Municipal de Lorca

La repercusión de la noticia llevó a que los diarios regionales escribiesen de este hecho que fue calificado de ‘insólito’. “En Lorca y por primera vez en España, una mujer ejerce el cargo de juez. La protagonista de este hecho es la señorita lorquina María Alfonsa Aragón Pallarés, que había jurado el cargo de letrado ese mismo año, con motivo de la festividad de San Raimundo de Peñafort”. 

Reseña del Diario La Verdad de Murcia, del 13 de Julio de 1969. FOTO ARCHIVO LA VERDAD DE MURCIA

Desempeñó el cargo durante cinco años. Afrontó el reto, siendo una persona asequible, accesible, justa y receptiva impartiendo justicia. Fue destacable su actuación durante las tristes riadas ocurridas en Lorca en 1973, estando presente en los levantamientos de cadáveres sucedidos aquellos días en el municipio, mientras el juez titular D. José Presencia se trasladaba a Puerto Lumbreras, donde se produjo el mayor número de muertes. 

Posteriormente, durante seis meses, ejerció el cargo de juez de Primera Instancia e Instrucción de Lorca. Tras los cuales se vio obligada a solicitar la renuncia a dicho cargo por la necesidad familiar de trasladarse fuera de la localidad, al ser destinado su marido, Ángel García Martínez, a un empleo en Cartagena, ciudad en la que residió toda la familia durante tres años. 

A su vuelta a Lorca, Marisa fue elegida concejal del Excelentísimo Ayuntamiento de Lorca en la Legislatura de 1983 a 1987, cesando a petición propia en mayo de 1985 por motivos personales y profesionales. En este tiempo desarrolló una destacada labor en la Comisión de Cultura y Enseñanza y también en la de Acción Social. En el Acta de Pleno que recoge su renuncia al cargo, compañeros de la Corporación agradecieron su “trabajo, su fidelidad, ayuda, dedicación y eficacia”, manifestando el que fuera más tarde y durante largos años alcalde, Miguel Navarro Molina, entonces concejal de otro grupo parlamentario, que “con la marcha de doña María Alfonsa Aragón Pallarés, algo se queda vacío en el Ayuntamiento”.

Marisa Aragón durante la toma de posesión como concejal en el Ayuntamiento de Lorca. FOTO ARCHIVO AYUNTAMIENTO DE LORCA

Se incorporó al Ilustre Colegio de Abogados de Lorca en 1983, al Ilustre Colegio de Abogados de Murcia en 1985 y al Ilustre Colegio de Abogados de Cartagena en 1993. 

Desde 1983 ejerció como abogada en la ciudad de Lorca, siendo la tercera abogada colegiada en Lorca, y la primera mujer en dirigir un bufete de abogados en esa ciudad. 

Marisa Aragón (3ª dcha.) junto a letrados del Colegio de Abogados de Lorca en 1989. FOTO ARCHIVO COLEGIO ABOGADOS DE LORCA

En el año 1984, a la edad de 40 años, fallece su marido, quedando viuda y al cargo de sus tres hijos menores de 13, 9 y 4 años. A partir de ese momento, vuelca toda su fuerza de voluntad en sacar adelante su despacho y con él a sus tres hijos. 

En 1985, fue nombrada por la Cámara de la Propiedad Urbana de Murcia, como su abogado en Lorca, y entre los años 1989 y 1994 fue miembro de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Lorca como diputado 4º. 

Marisa se inicia en el ejercicio de la profesión en un contexto muy diferente al actual, mucho más difícil y complicado, teniéndose que crecer frente a las dificultades y trabas propias de la mentalidad de la época, pero con mucha paciencia, constancia, empeño, tesón y sabiduría supo abrirse camino en el mundo de la Abogacía consiguiendo derribar los numerosos obstáculos que como mujer profesional se encontró en el camino.

Como se ha recogido anteriormente, fue la primera mujer que se estableció con despacho profesional en Lorca, rompiendo de lleno ese rol tradicionalmente destinado al género masculino, y esos estereotipos implantados por la sociedad.

Despacho desde el que ha trabajado principalmente desde una perspectiva de género y por una lucha constante en la defensa de una igualdad de derechos y libertades en la mujer a través de la profesión a lo largo de toda su trayectoria sobresaliente.

Marisa Aragón en su despacho en 2014. FOTO ARCHIVO FAMILIA

Con su despacho abrió camino de manera muy especial a las mujeres, pues se ha mostrado siempre como la mejor mentora, acogiendo en su despacho a compañeras que se iniciaban en el ejercicio de la profesión, quizás conocedora de las muchas trabas y dificultades por las que ella tuvo que atravesar para posicionarse como una abogada de reconocido prestigio. Lo hizo compartiendo su experiencia profesional y transmitiendo su enorme vocación por el Derecho, sin perder un ápice de honestidad y humanidad, y sobre todo, con una gran actitud reivindicativa de los derechos de las mujeres, tanto desde el ámbito personal como el profesional, ayudándolas desde el ejercicio de su profesión a hacerlos efectivos, entregándose a la causa con una capacidad, dedicación y fortaleza inquebrantable;  actitud que ha caracterizado su trabajo y la ha distinguido como persona. De ahí que fuera considerada un icono en Derecho de Familia por muchas mujeres de la Región.

Una de estas letradas que inició su andadura profesional con ella, María Antonia García Jiménez, colegiada nº 454 del Ilustre Colegio de Abogados de Lorca, se refiere a Mª Alfonsa Aragón Pallares en los siguientes términos:

“Recuerdo que era una fría mañana de Enero a finales de la década de los ochenta, llamé a su puerta, venía recomendada para la pasantía,  y ella dijo : ¡Pase!. Desde el instante que atravesé el quicio de la entrada, y la vi sentada detrás de aquella mesa de caoba desbordada de expedientes, tuve un pálpito, y supe que entraba en el mundo de la Abogacía para quedarme.

Cuando una persona es transcendental en mi vida, la asocio  con una obra musical, ella transmitía fortaleza y seguridad, no dejaba rendija para el desánimo, por ello estará siempre asociada en mi imaginario con aquella suite que encargó Jorge I de Inglaterra a Händel para su coronación y que se estrenó  en aguas del Támesis, el “Water Music”.

Era nítida, directa, se acoplaba magistralmente en los escritos o en las vistas para ser escuchada, como esa sonora obra realzada por oboes y trompetas.

La Abogacía era el vehículo que utilizó para defensa de la igualdad, en tantos y tantos asuntos de derecho de familia. Argumentaba todas las estrategias procesales, los razonamientos más novedosos para que la interpretación de las leyes fuese implacable con el principio del art. 14 de la Constitución, y que la igualdad fuesen un hábito en la vida cotidiana de los/as ciudadanos/as a los/as que defendía o asesoraba.

La legislación  de familia en la década de los ochenta  correspondía a otra sociedad,  aún existía un proceso de separación previo y obligado al divorcio, una causalidad para la interposición y defensa de la ruptura del vínculo, y ella supo estar ahí, ya era una exitosa letrada, el sostén en numerosas demandas y contestaciones que conducían a fallos favorables a los intereses de sus clientes, la  mayoría mujeres que acudían a ella con la convicción, de forma inconsciente o no, del sometimiento a sus maridos; e, incluso, el maltrato físico o moral era la cruz del matrimonio. Ella desmontaba los miedos, de aquellas señoras que dejaban toda trayectoria personal y profesional para dedicarse a la familia, pero que cuando el vínculo entraba en crisis, carecían de independencia económica y se exacerbaban los temores, las inseguridades y afloraba la falta de autoestima. Ella estaba ahí, luchando para lograr la guarda y custodia de sus hijos, la más favorable la pensión de alimentos para la prole, la pensión compensatoria equitativa, la litis expensas necesaria, la liquidación de gananciales más idónea.

Era el año 1990 me dijo que daría una conferencia para las antiguas alumnas del Colegio de San Francisco, – donde ella había estudiado de pequeña-, el tema era sobre la igualdad de derechos entre los/as hijos/as dentro y fuera del matrimonio; pues bien, me comentó una reflexión que expondría, me dejó perpleja, sobre que sí fuese ella legisladora propondría que fuese opcional poner en primer lugar el apellido de la madre a los vástagos en la inscripción en el Registro Civil. Ella fue una adelantada a su tiempo, que, como Casandra, tenía clarividencia, aunque no la creyesen. Ella ejercicio el derecho de forma activa hasta el año 2019, con el convencimiento de que la igualdad de género era más que un derecho a conquistar o preservar, era el estado natural de toda persona, una obviedad, por ello era defensora vehemente contra cualquier desigualdad y la violencia contra las mujeres.

En el año 1989 fue mi madrina en un acto solemne ante el Juez Decano de Lorca, lo fui después de otras muchas letradas, y a todas nos inculcó la pasión por el ejercicio de esta profesión. Los años que estuve en su despacho, antes de la llegada de los consultores jurídicos por internet,  abríamos aquellos abultados libros de jurisprudencia de las editoriales  Lex  Nova o  Aranzadi, donde buceábamos en la búsqueda de sentencias del Tribunal Supremo, como aquellos estudiosos monjes que describía Umberto Ecco , en su  magnífica obra “El nombre de la rosa”, pero a diferencia de ellos, nosotras reíamos y disfrutamos cuando encontrábamos aquellos razonamientos jurídicos que clarificaban  y serían la base de la pretensión que defendíamos.

Ella es María Alfonsa Aragón Pallarés, Marisa, Abogada del Ilustre Colegio de Abogados de Lorca con número de colegiación 376. la Letrada por la igualdad.”

 En mayo de 2019, ante el avance de la enfermedad degenerativa que padecía, un grupo de abogadas de Lorca, Águilas y Puerto Lumbreras, organizaban un homenaje a la misma, al que acudieron numerosos compañeros y compañeras para expresarle su respeto profesional y humano.

Marisa Aragón (centro) durante el homenaje de letradas de Lorca, Águilas y Puerto Lumbreras. FOTO ARCHIVO FAMILIA

En su excelente trayectoria destacar su carácter emprendedor y valiente, consiguiendo hacer visible a la mujer asumiendo cargos en instituciones tradicionalmente ocupados o representados por hombres, siempre con ilusión y con un compromiso social permanente basado en valores y principios inquebrantables.

Todo ello, compaginándolo con sus facetas de hija, esposa, madre y abuela, en las que se ha puesto de manifiesto su calidad humana. Fue madre de tres hijos -aunque también ejerció de madre con quienes tenía a su alrededor-, los educó dentro de esos principios y valores que siempre han sido los pilares de su vida. Ha sabido transmitirles ese espíritu de lucha, y ese compromiso social a cada uno de sus tres hijos, y que hoy día son excelentes representantes de esos caracteres más sobresalientes de Marisa Aragón, tales como el ejercicio del Derecho, su condición emprendedora y comprometida y su defensa de la justicia, y compromiso inquebrantable para revelarse ante las injusticias.

Así, Marisa ha tenido un pasado ejemplar fruto de una profunda formación y preparación y sobre todo de una capacidad de trabajo y esfuerzo diario, habiendo sido todo un ejemplo para otras generaciones de juristas que la han conocido.

Marisa Aragón ejemplifica el espíritu de una mujer a seguir, un verdadero referente y una perfecta motivación e inspiración de futuras mujeres abogadas para seguir avanzando en el compromiso por la igualdad y defensa de los derechos de la mujer.

A pesar de los sinsabores que en ocasiones te deja la profesión y que forman parte de su ejercicio, a pesar de las enormes dificultades con las que se enfrentó para acceder, pero también por mantenerse en el mundo del Derecho hasta los últimos días, nunca perdió esa emoción y esa satisfacción de ser abogada, y siempre y en todo momento, en cada oportunidad que tenía manifestaba: “…Si yo volviera a nacer, volvería a ser abogada”.

Detalle de la orla de la Facultad de Derecho de Zaragoza, Promoción 1961-1966, en la que aparece Marisa Aragón. FOTO ARCHIVO FAMILIA

Sobre ella escribe el que fuera vicepresidente del Consejo General de la Abogacía Española, y decano del Ilustre Colegio de Abogados de Murcia   Manuel Martinez Ripoll: “…entre las virtudes profesionales de Marisa destacaría que fue una gran guerrera en defensa de los más desfavorecidos, a los que siempre atendió sin escatimar esfuerzos. Ni que decir tiene su faceta de muy difícil, pero, correctísima contrincante, ante los tribunales”.

Por su parte, el que fuera durante 37 años fiscal jefe en la Fiscalía de Lorca, José Martínez Blanco, escribe sobre ella: “Es un hecho notorio en Lorca que María Alfonsa Aragón Pallarés, Marisa, como era conocida, constituye un referente en la incorporación de la mujer a puestos destacados de la vida jurídica, con una proyección social que ha repercutido favorablemente en la igualdad de género, de todo lo cual tengo conocimiento directo ya que he sido Fiscal en esta ciudad durante 37 años.”

Sobre su andadura profesional manifiesta: “En 1970 Marisa tomó posesión del cargo de jueza municipal sustituta, siendo la primera mujer en España que ejerció dicha jurisdicción. Existía expectativa sobre cómo desempeñaría su función, pues hace 52 años este cometido era propio y exclusivo de hombres, pero Marisa lo hizo con tal profesionalidad y responsabilidadque se granjeó el respeto de justiciables y de la sociedad en general.

Fue una de las primeras mujeres que ejerció la profesión de abogado, y lo hizo abordando todas las ramas del Derecho lo que le obligó a un estudio y actualización constante, despacho de gran éxito profesional que continúa en la actualidad su hijo Ángel García Aragón.

            Finalmente, fue concejala en el Ayuntamiento de Lorca, pues le interesó la problemática social de la ciudad cooperando en las resoluciones que se adoptaban.

 En todas estas actuaciones hubo unos elementos comunes, la fuerte personalidad y gran humanidad de Marisa. Y una última consideración, para ella lo más importante siempre fue su familia”.

No sólo desempeñó su trabajo en el ámbito de su profesión, sino que también tuvo participación en otras áreas. Así tuvo una importante participación en el mundo de la cultura, pues junto a su marido puso en marcha la Galería de Arte Liébana, la cual abría sus puertas a finales del año 1981, en la calle Santiago nº 3 de Lorca, en los bajos de su casa de la Plaza de España. 

Este espacio cultural, estuvo abierto hasta el año 1995. Por él, desfilaron un elenco de pintores de primera fila no solo del panorama nacional, sino también internacional, en numerosas exposiciones individuales y colectivas. Durante sus años de vida, congregaba parte de la vida cultural lorquina del momento.

Marisa Aragón, centro, junto a su marido, Ángel García Martínez, y el pintor Carlos Casariego. FOTO ARCHIVO FAMILIA

En el año 2011, los terremotos que sacudieron Lorca dejaron una importante secuela en Marisa, que acusó enormemente ese desastre. Su casa en la Plaza de España se vio seriamente dañada, como también su despacho, viéndose obligada a trasladarse por las graves repercusiones que hacían inviable la permanencia en ambos.

Aunque herida por ver el estado de su querida Lorca, sacó fuerzas de flaqueza y tuvo la entereza de trasladar su despacho a otro lugar, y no solo continuar el mismo, sino que amplió las instalaciones, así como el personal de éste con nuevas incorporaciones de más abogados. 

También tuvo fuerzas para ponerse al frente de la rehabilitación del edificio familiar donde estaba su vivienda, la antigua Casa del Coronel Potousse en Plaza de España, y cuatro años después, se trasladaba de nuevo a su vivienda de siempre, tras una rehabilitación integral de todo el edificio, siendo el primer edificio particular catalogado del casco histórico de Lorca en finalizar su rehabilitación tras los terremotos. 

Durante toda su vida a base de sacrificio, lucha y esfuerzo, consiguió convertir su despacho en un referente en el mundo del Derecho en Lorca, especialmente para muchas mujeres que necesitaron de su defensa. 

Tras su muerte, tras 37 años de ejercicio, su bufete, que sigue llevando su nombre, tenía despacho abierto en Lorca y Mazarrón, y cinco abogados trabajando en el mismo, junto con sus dos secretarias, sus fieles Áurea García Ponce y María Gertrudis Asensio Lucas

En el año 2019, recibía el Premio Elio de la Asociación de Amigos de la Cultura de Lorca, que reconoce los méritos de lorquinos, a lo largo de su trayectoria personal y profesional y los valores humanos, sociales y culturales, que han sido capaces de proyectar a la sociedad.

Marisa Aragón (2ª izq.) durante el acto de entrega de los Premios Elio de los Amigos de la Cultura, en 2019. FOTO ARCHIVO FAMILIA

En su laudatio, la recordada profesora Lucía Bermúdez Ruiz, decía de ella: “Marisa posee un extremado sentido de la justicia y, una gran sensibilidad. Se indigna con las injusticias, y por su profesión ha visto muchos (malos tratos, abusos de todo tipo, robos, estafas, agresiones, separaciones traumáticas, etc…), pero ella no se ha insensibilizado. Su generosidad, le ha hecho ayudar en incontables ocasiones a aquellos lorquinos y lorquinas que más lo necesitaban. Se ha puesto al servicio de sus vecinos.

Tu despacho y tu casa han estado abiertos, al igual que tu corazón, a todos los problemas y consultas que se te planteaban con una sensibilidad desbordada. Me consta también, porque te conozco, las ayudas que prestabas y prestas a los más necesitados. Parafraseando al dicho Bíblico: ‘Por sus obras le conoceréis’, no sólo te conozco Marisa, también te reconozco. 

En mi opinión, eres uno de los grandes hitos de una mujer en Lorca. Solo las personas que tienen constancia logran sus objetivos, por eso quiero felicitarte por este merecidísimo Premio Elio 2019”.

A lo largo de su vida profesional coincidió en múltiples ocasiones con el letrado Pío Pérez Laserna, que fuera concejal en el Ayuntamiento de Lorca durante dos mandatos y diputado nacional dos legislaturas, además de secretario y vicedecano del Colegio de Abogados de Lorca. Pérez Laserna la recuerda como una mujer “valiente, una verdadera profesional, que no tenía miedo a nadie a la hora de defender los derechos de sus clientes”. Pero destaca, especialmente, “su calidad humana”. Junto a ella, y otros compañeros, crearon el verano de 1988, la Agrupación de Jóvenes Abogados de Lorca. “Uno de los principales objetivos era impulsar la formación técnico-jurídica de los letrados más jóvenes. Y estudiar sus problemas y darles una solución”.

Con Marisa Aragón entabló una gran amistad que perduró hasta sus últimos días. “Éramos compañeros de profesión, pero grandes amigos en lo personal. Fue una mujer luchadora, emprendedora, que abrió camino a muchas otras. Que no dudó en exigir lo que creía que por derecho merecía. En lo personal, fue una gran madre y abuela, a la que la vida, en ocasiones, trató con dureza. Una gran pérdida para la profesión”.

El 10 de mayo de 2021, María Alfonsa Aragón Pallarés, fallecía en su Lorca natal, dejando tres hijos y cinco nietos, justo el día anterior a cumplirse diez años de los fatídicos terremotos de Lorca que tanto le afectaron. 

A decirle un último adiós a la misma acudieron centenares de lorquinos, su hijo Regino en el agradecimiento público a los mismos decía de ella: 

“Nos ha dejado un ser excepcional, una mujer luchadora, con un espíritu indomable, ejemplo de trabajo, constancia, valentía e infinidad de valores que nos supo inculcar a mis hermanos y a mí. Se marchó tras luchar y luchar contra un cuerpo que ya no acompañaba a su espíritu de coraje y lucha. Se fue tranquila y en paz, con la medalla de su querida y amada Virgen de la Amargura agarrada en su mano, ya estará con ella, con nuestro padre Ángel y nuestra abuela Salvadora, de eso no tenemos duda.

Nos deja su ejemplo y su figura y un vacío que será imposible de llenar. Vendrán días duros, pero seguro que desde allá arriba nos ayudará para seguir siendo la guía que siempre fue para todos nosotros”.

El 6 de Marzo de 2023 el Consejo General de la Abogacía Española le concedía a titulo póstumo el Premio a la Igualdad en Madrid.

María Alfonsa Aragón Pallarés. Lorca, 29 de noviembre de 1943 – 10 de mayo de 2021.